Chongos zamoranos, un “postre de abuelitas”, ahora enlatado a este Valle. Foto cortesía de Wikimedia Commons

Quién hubiera creído que ese delicioso postre casero llamado “chongos zamoranos” fuera producto de una distracción de una monja del virreinato que hervía leche mientras se le iba “el santo al cielo”, dejándonos como legado este postre de abuelitas, que ahora llega enlatado a este Valle.

El virreinato de la Nueva España (ahora México) duró unos 300 años empezando en el año 1521. Durante esta época los conventos eran un refugio y hogar para las mujeres sin marido, o las solteras que aún no tenían arreglado el matrimonio. Las calles y espacios públicos eran para los hombres y no estaba bien visto que las muchachas anduvieran sueltas.

Juana Inés de Asbaje a sus 15 años tenía otro proyecto en mente que el que esa sociedad esperaba para una mujer; quería estudiar y escribir. Para esto necesitaba su habitación propia pues no le era permitido ingresar en la Universidad. Entonces desarrolló habilidades sociales y pulió sus modales para ingresar en la Corte de la Imperial Ciudad de México, rápidamente entabló relaciones con la Virreina y otros importantes sujetos de Corte. 

La vida la empujó a ingresar al Claustro de las monjas Jerónimas donde se propuso montar su propia biblioteca. La cual llegó hasta los 4,000 volúmenes. También se las ingenió para que le trajeran sofisticados instrumentos de química y astronomía. 

Su celda/habitación era un espacio muy amplio de doble altura donde recibía a personajes de la corte novohispana para discutir y comentar la poesía, las ideas y el arte que se generaban tanto en España como en la Nueva España. Era una especie de “Salón” donde una muchacha le ayudaba con la limpieza y conservación de los escritorios y estantes con papel hecho a mano, tinteros llenos y plumas caligráficas para sus barrocos escritos. 

La mayoría de su obra era por encargo de importantes personajes y de muy variados tópicos. En su carta “Respuesta a sor Filotea” admite como creación propia un papelillo titulado “Primero Sueño”, que es nada menos, que la descripción de un viaje astral donde el alma se desprende y viaja por el universo. Desafortunadamente las autoridades eclesiásticas, que eran hombres, no pudieron soportar su genialidad y dominio de idiomas; el castellano, el náhuatl y el latín. Se convirtieron en sus persecutores y se encargaron de hacerle la vida imposible con el pretexto de que debía de rezar y dedicarse a labores propias de las monjas y no andar escribiendo y participando en tertulias intelectuales. Así en 1669 esta gran mujer tomó los hábitos con el nombre de Sor Juana Inés de la Cruz.

¿En perseguirme, mundo, qué interesas?

¿En qué te ofendo, cuando sólo intento

poner bellezas en mi entendimiento

y no mi entendimiento en las bellezas?

Yo no estimo tesoros ni riquezas, 

y así, siempre me causa más contento

poner riquezas en mi entendimiento

que no mi entendimiento en las riquezas.

Todo esto lo comentamos en el programa El Placer de Leer, en la Biblioteca Regional de Basalt, el pasado 28 de julio. El libro en curso se titula “Hijas de la Historia de México” por la escritora y comentarista mexicana Isabel Revuelta Poo. El grupo de lectores quedó cautivado por Juana Inés de Asbaje; y nos valió para una interesante y vibrante conversación. Todos admiramos su brillante inteligencia y virtuosa pluma. Pero lo que más nos impresionó fue su insaciable curiosidad.

Por si fuera poco lo anterior, esta extraordinaria erudita también se deleitaba en la cocina pues conjuntó los sabores y especias que trajeron los españoles con el cacao y las delicias aztecas como las tortillas, chiles, frijoles, plátanos machos y muchos otros alimentos dando como resultado la cocina mestiza. 

El famoso platillo “manchamanteles”, los buñuelos llamados suspiros y las cajetas, son creaciones suyas que hasta la fecha, se sirven en el restaurante Zéfiro, ubicado en el Claustro de Sor Juana en la Ciudad de México. En ese hermoso convento se hayan los restos de la perseguida e incomprendida “Décima Musa” como la llamó Octavio Paz. Y, actualmente es una de las escuelas de gastronomía más prestigiosas de latinoamérica.

Las lectoras y lectores que conforman el Placer de Leer no conocían a esta gran mujer, la mayoría vienen con otra Historia pero al compartir la lectura, nos identificamos con la pasión que tuvo Sor Juana por alcanzar lo que ella buscaba, empatizamos con su frustración al verse tan reprimida y perseguida por su confesor. Ella, la monja, cocinera y poeta del Siglo XVI, estuvo, como quien dice, presente en este Valle. Nos dio motivos para reflexionar y comprobar que para caber en este Valle hay que tener pasión y corazón.