Judith Alvarez

El diagnóstico de COVID agudo puede no presentar síntomas, pero los síntomas graves requieren hospitalización o la muerte. Entre el 10-30% de las personas con COVID agudo terminan con lo que se conoce como “COVID prolongado”, o de larga duración con síntomas que pueden complicar la vida, sin importar la edad y es posible que duran para siempre (aún no lo sabemos). La información de esta columna fue tomada de una charla que William Li, M.D., que presentó en Septiembre en la Conferencia Anual Internacional sobre La Nutrición Basada en Plantas, sobre el cuidado de la salud. El Dr. Li es un médico investigador, presidente fundador de la Fundación de la Angiogénesis (que tiene que ver con la formación de nuevos vasos sanguíneos) y autor de un excelente libro, “Eat to Beat Disease” (Comer para vencer la enfermedad).

A continuación, se muestra una lista parcial de los 100 síntomas asociados con el COVID prolongado: fatiga; debilidad muscular que puede hacer que las personas afectadas estén atadas a una silla de ruedas; dolor en las articulaciones; tos crónica; dificultad para respirar requiriendo suplementos de oxígeno; ansiedad; depresión; esquizofrenia; alteración del sueño; irregularidades del corazón; coágulos de sangre; enfermedad renal crónica que puede conducir a diálisis; pérdida de cabello; fiebres recurrentes; pérdida permanente del gusto y el olfato; y disfunción eréctil.

Hay tres tipos conocidos de daño asociados con el COVID prolongado: 1) inflamación crónica, similar a lo que vemos en las enfermedades autoinmunes, donde un sistema inmunológico hiperactivo hace que las células del mismo cuerpo lo ataquen 2) neuropatías: daño al sistema nervioso, incluido el sistema nervioso central (cerebro, médula espinal), el sistema nervioso periférico (envía señales del cerebro a los músculos y transmite el dolor y otras sensaciones al cerebro) y el sistema nervioso autónomo que controla las funciones como frecuencia cardíaca; y 3) destrucción de pequeños vasos sanguíneos (denominada microvasculatura).

El problema subyacente en el COVID prolongado es en su mayor parte el daño a miles y miles de vasos sanguíneos presentes en el cuerpo humano. Las partículas virales del COVID ingresan al cuerpo a través de los pulmones, donde ingresan al torrente sanguíneo. La microscopía electrónica muestra partículas del virus COVID en el torrente sanguíneo que se abren paso hacia las células del delicado sistema de órganos llamado endotelio que recubre nuestras arterias. El COVID prolongado causa daño a los pulmones, riñones y nervios, ya que implica daño a las pequeñas arterias que suministran sangre a estos órganos. Los estudios de imágenes como las resonancias magnéticas y las tomografías computarizadas no muestran este daño vascular.

Hasta ahora, ha habido aproximadamente 216 millones de casos de COVID en los EE. UU., más de 700,000 muertes y más de 72 millones de casos de COVID de larga duración. El Dr. Li señala que se avecina “un tsunami de discapacidad” como resultado de COVID de larga duración, que supondrá una enorme carga económica para nuestro país. El 2% de las personas con COVID prolongado tienen menos de 18 años; 13% entre 18 y 29; 17% entre 30 y 39; 18% entre 40 y 49; 20% entre 50 y 59; 16% entre 60 y 69; 8% entre 70 y 79; y el 6% en personas de 80 años o más. Por lo tanto, aunque se producen más muertes por COVID en personas mayores, el COVID prolongado afecta a muchos adultos jóvenes y de mediana edad.

El Dr. Li señala que la forma de evitar el COVID prolongado es evitar contraer el COVID, mediante la inmunización y el uso apropiado de la mascarilla o cubre bocas y el distanciamiento social. También hay evidencia de que una dieta saludable, principalmente vegetal a base de alimentos integrales: ayuda a prevenir el COVID agudo grave y el COVID prolongado. Para obtener más información sobre cómo mejorar su sistema inmunológico, lea “Comer para vencer las enfermedades”.