Cortesía de Beatriz Soto
Directora de Protégete para Conservation Colorado
Todos tenemos una relación íntima con el agua, ya sea con los ríos que corren por las montañas, el agua calentita que sale de nuestra regadera o nuestra fascinación por despertar a una mañana blanca donde todo se encuentra cubierto de nieve.
De igual manera todos tenemos historias de agua; culturas como las de los pueblos originarios están llenas de leyendas, fábulas y mitos que nos invitan a cuidar y respetar el rol del agua en el mundo natural y nuestra sociedad. Al día de hoy seguimos navegando nuestra relación con el agua, y creando nuestras historias para nuestra generación y las que nos siguen.
Yo me volví más consciente del valor del agua cuando de niña mi familia se mudo de Florida a Chihuahua. De un lugar tropical con abundancia de agua a un desierto donde el agua toma un nuevo valor.
En Chihuahua, como en muchas áreas de México, la mayoría de las casas tienen tinacos en sus techos, ya que el agua es limitada y solo se recibe a cierta hora del día. El auto solo lo podíamos lavar con cubeta y si usábamos manguera se nos multaba. Como arquitecta mi prioridad al diseñar una casa nueva era minimizar el uso del agua y crear sistemas para reciclar las aguas grises. También comprábamos agua de garrafón, ya que no confiábamos en la calidad de agua que salía de nuestras llaves o el mismo gobierno nos recomendaba que se hirviera el agua antes de beber o cocinar con ella.
Recuerdo leer las noticias que de acuerdo con proyecciones de la Junta Municipal de Agua y Saneamiento de la ciudad de Chihuahua, la ciudad cuenta sólo con unos 10 años de agua, debido a la baja recarga de los mantos acuíferos y la sobreexplotación de los mismos. De la misma forma leía las noticias de guerras de agua entre los múltiples usuarios de este valioso recurso. Todo esto me causaba mucha incertidumbre; entre otros dilemas sociales y económicos, fue un factor que influyó mis motivos para migrar de nuevo a los Estados Unidos.
Ahora que vivo en Colorado, uno de los estados más importantes en abastecimiento de agua a más de 60 millones de personas, mi relación con el agua continúa madurando. Hoy en día, mi trabajo está íntimamente relacionado con el agua desde un punto de vista legislativo. Para ser muy honesta, los temas del agua son muy complejos; desde los tratados internacionales hasta los derechos de agua por antigüedad del estado de Colorado. Pocos en nuestra comunidad Latina saben navegar este sistema tan complicado.
Constantemente me pregunto, ¿cómo llegamos a crear un sistema tan ineficiente? Este mismo sistema está diseñado para que estemos desconectados, ignorantes e indiferentes a este tema que impacta el futuro de cada uno de nosotros. Hoy es el tiempo para empezar a participar y estar en las mesas de decisiones sobre el futuro del agua en Colorado.
El 22 de abril es el Día Internacional de la Tierra y mientras reflexiono acerca de los impactos del calentamiento global, la crisis de la pérdida de biodiversidad y la alerta roja del nuevo reporte del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) mi mente constantemente regresa a mi relación con el agua.
Según el monitor de sequía del Departamento del Interior, una gran mayoría del oeste de los Estados Unidos está experimentando temperaturas superiores al promedio y condiciones de sequía severas o extremas. En California y en la cuenca del río Colorado, ciertas presas han alcanzado mínimos históricos de almacenamiento, el más bajo en más de 30 años. El lago Powell y el lago Mead, las dos presas más grandes de los Estados Unidos, se encuentran actualmente en niveles históricamente bajos.
Aunque las cuencas de Río Grande, el Río Pecos y partes de Arizona recibieron algunas lluvias monzónicas durante el año pasado, el alivio temporal no ha revertido la sequía de más de dos décadas que afecta esta región. Actualmente existe una situación de suministro de agua muy desafiante en gran parte del Oeste del país, y estados como Colorado están al centro de este dilema.
Si fuera poco el desafío de enfrentar una sequía extrema y asegurar la cantidad de agua necesaria para sostener nuestras ciudades, agricultura y economía, también tenemos el desafío de la calidad del agua. Cuando comencé a organizar en nuestra comunidad en temas relacionados al medio ambiente, una y otra vez, miembros de nuestra comunidad predominantemente que habitan en casas móviles o “parqueaderos” han estado elevando problemas de justicia ambiental relacionados con la calidad del agua en sus hogares.
Familias de Apple Tree en New Castle, residentes de Eagle River Village en Edwards y muchas otras comunidades a lo largo del estado, desde Durango en el sur, Clifton hacia el oeste hasta Greely al norte y parqueaderos en el área metropolitana de Denver, todos con el mismo problema.
Comunidades enteras reportan que no pueden lavar su ropa blanca porque se percude. Empiezan a presentar sarpullidos y caída de cabello cuando se mudan a estos lugares y comienzan a bañarse en esta agua. Muchos reportan tener que cambiar sus llaves y aparatos electrodomésticos que utilizan agua muy seguido por que el agua en su comunidad les acorta la vida. Pocos se atreven a beber esta agua, muchos ni los dientes se lavan con el agua de la llave.
Debido a que son comunidades de clase obrera o migrantes, donde muchos han pagado costos muy altos por este tipo de vivienda y ser dueños de su trailita, pronto se dan cuenta de que están en una situación muy vulnerable. Es como estar entre la espada y la pared, claro que todos quieren agua limpia. La realidad es que pocos están dispuestos a alzar la voz, ya que existe el miedo, muy justificable, de no correr el riesgo de perder su hogar, cuando no hay manera viable de mover su casa y no existen residencias accesibles donde reubicarse cercas de sus comunidades y fuentes de trabajo.
En este esfuerzo es muy importante destacar que este debe ser un esfuerzo entre los habitantes del parqueadero, los dueños del terreno y las agencias de gobierno. De igual manera se pueden buscar soluciones e inversiones por medio de la legislación estatal para erradicar este problema de una vez por todas.
En este Día Internacional de la Tierra, les invito a ser parte de la solución. Los invito a reflexionar sobre su relación con el agua. Las comunidades latinas debemos unirnos a la lucha por conservar este vital elemento y defender el derecho a que todos gocemos de acceso al agua limpia.
Por nuestra salud y por nuestras generaciones futuras.