Incluso durante un aguacero, el Coro Comunitario de Carbondale atrajo a cinco participantes (incluido nuestro fotógrafo) el martes 3 de mayo. El coro se reúne el próximo 17 de mayo a las 6:30 p.m. en el parque Sopris. Foto de Raleigh Burleigh

Traducción por Dolores Duarte

Después de una pausa de COVID durante el invierno, ¡El Coro de la Comunidad de Carbondale está de vuelta! El mes pasado tuvieron su primera reunión del año y continuarán reuniéndose el primer y tercer martes de cada mes, llueva o truene.

El coro es conducido por voluntarios rotativos, incluyendo a Cara Lynch, Pam Rosenthal, Gabriela Mejía y Jessica Congdon. Cada sesión ofrece un entorno seguro para aquellos que sólo quieren cantar.

“No hay un motivo en particular, sólo la oportunidad de expresarnos a través del canto y de conectar con otros miembros de nuestra comunidad”, señaló Congdon.

El Coro Comunitario de Carbondale pretende fomentar la comunidad, especialmente después de las dificultades y el aislamiento experimentados durante la pandemia de COVID.

El coro, un sueño de Rosenthal desde hace mucho tiempo, se hizo realidad el año pasado después de que Sweet Root, una banda local, necesitara voces para su conjunto de la Feria de la Montaña. Tras formalizar un grupo básico de seis integrantes participando, además de miembros de la comunidad que también se reunían y ensayaban durante todo el verano, hubo varias personas que decidieron continuar.

Rosenthal quería crear un espacio al que hubiera deseado tener acceso cuando era una niña pequeña con ganas de cantar. Evoca un recuerdo de cuando un coro visitó su escuela rural a la tierna edad de 12 años. En medio de la conmoción y todo el entusiasmo, la joven Rosenthal cantó y pronto se vio empujada hasta atrás, donde su voz fue ahogada por los demás. “Los profesores eran muy malos. … el coro era algo para lo que tenías que audicionar, tenías que ser lo suficientemente bueno, no era una invitación para que un joven cantara”.

Ahora, como músico profesional, Rosenthal quería cambiar esa narrativa para todos los cantantes que sienten curiosidad, pero que a menudo se sienten demasiado intimidados para dejar que sus voces se escuchen. “Hay miembros del coro que vienen y susurran sus canciones y, con el tiempo, vemos que empiezan a dar un paso hacia adelante. … Nunca presionamos a nadie, nunca se llama la atención a nadie, [nunca] te pondrán bajo los reflectores a menos que sea tu improvisación”, dice Rosenthal. Asegura que no hay miradas reprobatorias si no puedes dar la nota correcta.

El Coro Comunitario de Carbondale es un entorno de aprendizaje pasivo en el que la gente aprende entrenando sus oídos. “El coro no me enseña a cantar, sino que me permite experimentar con mi voz y llegar a comprender mejor si estoy en, o fuera de tono con las otras voces. Puedo experimentar libremente, mejorar y encontrar armonías”, dice Congdon.

Las anfitrionas animan a los miembros a cantar por la diversión de cantar, “siempre quiero dejar espacio para el desorden”, dijo Rosenthal. Aunque el coro no tiene presentaciones, hay oportunidades ocasionales que se hacen extensivas, se comparten con el grupo y se deciden en función del interés común. En el futuro, Rosenthal ve la posibilidad de realizar talleres de armonización, además del tiempo para canto.

Se invita a los participantes a traer sus propias canciones y contribuir al sabor de la sesión. Ocasionalmente en torno al círculo se cantan canciones conocidas y queridas, incluidas canciones tradicionales del evangelio y canciones con temas que honran a la tierra, acompañadas por maracas y la guitarra acústica de Mejía.

El Coro Comunitario de Carbondale es gratuito; no hay que apuntarse ni presionar para comprometerse a nada como miembro del coro. De hecho, si no te interesa cantar, pero quieres participar y congregarte, estás invitado a traer una manta o jalar una silla y escuchar.

Las anfitrionas del coro lo ven como su regalo a la comunidad y sus mayores objetivos son la creación de comunidad, la accesibilidad y la diversidad. Rosenthal espera que más voces jóvenes se unan al coro. “Nuestra cultura se ha desviado realmente con nuestro [perfeccionismo]. … estamos enseñando a nuestros jóvenes que no se les permite hacer nada a menos que ya sean buenos en ello”, dijo Rosenthal.

El canto es una expresión vulnerable y creativa que requiere que uno se exponga a sí mismo y a sus límites. Como dijo Congdon de forma elocuente, “podemos curarnos a nosotros mismos mediante la aceptación de nuestra propia y única voz. Encontrar esa armonía interior, y la habilidad de compartirla con otros, es un regalo para el mundo”.

El coro se reúne el próximo 17 de mayo en la glorieta del parque Sopris, de 6:30 a 7:30 p.m.