Vanessa Porras

Hace algunos años tuve una entrevista donde hable sobre mi experiencia en una residencia artística en Oaxaca. A pesar de que el artículo mencionó brevemente mi observación de las mujeres en el mundo del arte, no elaboró en el tema. No es nada nuevo que las mujeres dentro de sus medios creativos, siempre han estado por debajo de los hombres.

Esto no es un diatriba feminista, y aunque lo fuera igual me pregunto ¿por qué habemos tantas mujeres hoy en día que vacilamos al llamarnos feministas? ¿Será por miedo a ser percibidas como personas difíciles y llenas de odio por el hombre? Quiero dejar en claro que no es así. Independientemente de llamarme feminista o no, hay hechos que no se pueden ignorar, especialmente si la historia parece repetirse desde hace años atras. Mi intención es elaborar en el tema de las mujeres en el arte y del arte.

Dentro del contexto de esta historia, es importante entender que Oaxaca, aparte de ser un estado rico en cultura, se ha convertido en la meca del arte gráfico contemporáneo a nivel mundial. Hay innumerables artistas, talleres, instituciones y colectivos que hacen que este lugar sea el sueño de cualquier artista.

Prefacio esto diciendo que lo que escribo son solo mis observaciones como mujer artista. Mi crítica no se limita a mi experiencia en Oaxaca, la discriminacion hacia la mujer en el mundo del arte lo he visto a mi alrededor, es algo con lo que se vive día a día. Todos hemos escuchado historias de mujeres escritoras que han publicado sus libros bajo el nombre “anónimo” o incluso han usado el nombre de sus esposos para asegurar las ventas de sus obras. 

Uno de esos ejemplos es la escritora británica Joanne Rowling, o mejor conocida como J.K. Rowling, la autora de la serie de Harry Potter. Rowling fue exigida publicar su primer libro con un nombre masculino por su publicador que temía que su audiencia, la cual ellos consideraban sería mayormente niños, no querrían leer un libro escrito por una mujer. Ahora una multimillonaria, cuyos libros no solo apelan a niños sino a niñas y adultos por igual, Rowling tuvo que ocultar su identidad como mujer y optar por un nombre de género neutro durante la publicación de siete obras.

Tal vez lo dijo mejor Virginia Woolf cuando escribió, “durante la mayor parte de la historia, anónimo fue una mujer.” Incluso no fue hasta los años 1990 que las mujeres se integraron a los libros de historia de arte. Esto no fue por falta de mujeres artistas. Existían solo que no las veíamos.

En mi experiencia, llegue a un taller donde mi lugar como mujer se definió al momento de cruzar la puertas. El título de maestro es alabado, y como tal, lo que dice el maestro es ley ante sus secuaces. Como aprendiz, llegué con la ilusión de aprender pero fue un trago amargo cuando lejos de ser un lugar donde podía expresarme creativamente, tenía que demostrar que tenía talento, pero no más talento que el maestro. Las paredes de este taller estaban tapizadas de grabados de mujeres desnudas.

Empecé a notar entonces el tema de los grabadores que me rodeaban. La gran mayoría talla imágenes de mujeres desnudas porque eso es lo que se vende. Como alguien que también ha tallado la figura femenina desnuda, sentí mi trabajo abaratado y su historia perdida entre tantos cuerpos. Después de poco tiempo de estar ahí, mi maestro me hizo la propuesta de desnudarme y posar para él como la última modelo que él dibujaría. Un honor delirante que un maestro le puede otorgar a su alumna.

Se usa el cuerpo de la mujer pero no quieren a la mujer artista. Las artistas Oaxaqueñas, y por lo tanto las mujeres mundialmente y de cualquier medio, son opacadas por los hombres. Entendí que el machismo aún rige, entendí porque las mujeres deciden crear talleres y colectivos solo para mujeres.

Si le das un cajón del mismo tamaño a dos personas que quieren ver sobre una cerca pero una de ellas tiene la ventaja de seis pulgadas de estatura, por mucho que la oportunidad sea igual, habrá quien pueda ver sobre la cerca y habrá quien sólo vea la cerca de frente a unas pulgadas más alto. El hombre tiene esa ventaja y esto es solo la punta del iceberg. 

La mujer ha sido la musa durante siglos. La mujer es arte, es poesía, es música, es historia. La mujer también es artista, es escritora, es creadora. Me gustaría ofrecer una solución ante este problema, pero tal vez la solución empieza con la conciencia. La escritora Simone de Beauvoir dijo, “El punto no es que las mujeres simplemente quiten el poder de las manos de los hombres, ya que eso no cambiaría nada en el mundo. Se trata precisamente de destruir esa noción de poder”. 

Tal vez la solución empieza con mujeres dispuestas a ocupar espacio y hombres dispuestos a escuchar la voz de una mujer ser por una vez la primera y última voz.

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