Vanessa Porras

Al comienzo del 2021, empecé a escribir la columna, Al No Artista, con la intención de motivar y de compartir lo poco que sé sobre el arte y el mundo de los artistas. El título nació después de haber escuchado a innumerables estudiantes, que parecían tener el mismo guión, decirme, “yo no soy artista”.

Empatizo con ese sentimiento, incluso recuerdo que hace tiempo atrás, me molestaba cuando la gente se refería a mí como una artista, porque yo no me sentía como tal. Especialmente porque no había creado absolutamente nada en años. La etiqueta, artista, me quedaba como un saco cinco tallas más grandes con las mangas demasiado largas. Por más que lo ajustaba, aún me sentía como una impostora, una niña jugando a disfrazarse.

Durante ese tiempo pensé que lo que necesitaba era un título universitario que dijera que era licenciada en Bellas Artes. Pensé que la seguridad en mi misma y en mis creaciones sería absoluta, después de todo, tendría un diploma que verificaba que había cumplido con los requisitos. Pero no fue así. La inseguridad de ser una artista y exponer mi arte se intensificó. Aún quería ser parte de ese mundo pero entré en una parálisis, así que opté por ser maestra de arte. Me quedé como un perrito triste viendo por la ventana como los demás salían y se enfrentaban al mundo. Hay un dicho que dice, “quien sabe, lo hace; quien no sabe, enseña”.

Este dicho no está sin falla, no creo que aquellos que enseñan no tengan dominio sobre su oficio, pero sí creo que habemos muchos que nos refugiamos en un título que no nos corresponde, como el de maestro, por miedo a no exponernos a lo que realmente queremos ser.

En muchas ocasiones me he preguntado ¿A quién le importa? ¿Será que solo me afecta a mi? Este tren de dudas resulta en desmotivación y al final no hago nada. La respuesta verdadera es, a nadie le importa. Puedes pasarte toda una vida sin hacer nada dejando tus ideas en un rinconcito coleccionando polvo y a nadie le va a importar. Ellos seguirán viviendo sus vidas y tú la tuya. Y a la misma vez, es un oxímoron porque a todos les importará.

Piensa en todas las películas que has visto, todos los libros que has leído y toda la música que has escuchado y pregúntate ¿cómo han moldeado la persona que soy? Piensa en las personas que te inspiran y en las personas que vinieron antes que ellos, los héroes de tus héroes ¿Qué pasaría si decidieron no contar su historia, realizar sus ideas, compartir sus triunfos o sus derrotas? La vida en general sería muy diferente.

La frase, “a la miseria le encanta la compañía”, típicamente se interpreta como algo negativo. 

En cambio para mi, esa es la razón por la cual importa tanto lo que hacemos. La forma en la que cuentas tu historia y expresas tus ideas es la piedra angular a la cultura y nadie lo hará tal como tú puedes hacerlo. A la miseria le gusta estar acompañada porque nos gusta saber que alguien comprende nuestro dolor y camina con nosotros o que incluso ya ha marcado el camino.

Para los que me leen, ya conocen mi afán con Frida Kahlo, cuyos cuadros eran su miseria compartida, lo cual la llevó a convertirse en un icono Latino Americano. Todo es un método de contar una historia ya sea a través de un pincel o no. He visto bailes contemporáneos que me han conmovido hasta llegar al llanto, he escuchado piezas musicales que me han erizado la piel. He sentido el dolor de extraños al empatizar con sus historias.

Cuando imagino que ya no existe todo aquello que ha tenido una influencia en mí se siente como una pérdida total. Me doy cuenta que es por eso que importa. Porque a pesar de que no todo lo que hagas será importante y tal vez a nadie le importe lo estés haciendo, les importará que lo hayas hecho.

Se aproxima el año nuevo y la mayoría de nosotros sentimos la gran necesidad de ser mejores de lo que fuimos el año pasado. Comencé el año como educadora de arte y terminé siendo artista. Aún me siento como una niña disfrazada en particular cuando la gente me pregunta que hago. Siento que tengo que justificar mi oficio como si crear arte no fuera suficiente.

Escribo esta columna no solo para convencerles de la importancia del arte, sino egoístamente, también para recordarlo yo misma. El camino rara vez será fácil cuando decidas arriesgarte. Lánzate de todos modos. Rodeate de gente que comparta tu sufrimiento – no para victimizarte, sino para impulsarte a crear. Serán ellos quienes estén dispuestos a caminar a tu lado. De cualquier forma, prepárate en caso de que tengas que caminar solo.