Presentadores de la noche: Dina Prieto, que sirvió en el consejo municipal de Silt, sargento de policía de Rifle Carlos Cornejo y Yesenia Arreola. Foto por Crystal Mariscal.

“Ay, ay, ay, ay, canta y no llores, porque cantando se alegran, cielito lindo, los corazones”.

Es un estribillo de una canción muy popular, que el viernes 8 de octubre sonaba en coro de las bocas de diferentes latinos y latinas del valle, mientras la imponente montaña Sopris ayudaba, haciendo eco. La noche tenía un aroma a nostalgia y alegría, pero sobre todo a orgullo, ese que guardas junto con el vestido de fiesta y los zapatos de ocasión especial. Ese orgullo que lo cuidas como identidad bajo el traje de la rutina, como una especie de superman. Y es que claro, ese orgullo puede ser una arma letal, o superpoder.

A ese orgullo en una mujer, le agreguemos un labial rojo, zapatos de tacón y una causa, y la convertimos en lucha. Donde al alzar la voz, nuestras manos también comparten un lenguaje, y el cuerpo entero pareciera expresar lo que el corazón calla. Entre palabras quebradas, acentos marcados y la mezcla de dos idiomas, nos hacemos entender.

Tenemos la certeza de que siempre hay algo que mejorar. A veces solas, o en grupos, pero siempre con la frente en alto y con los valores puestos en cada paso, para que no se nos olviden nuestras raíces – pero sobre todo hacia qué dirección vamos.

Como lo decía el compadre Carlos Cornejo (sargento de la ciudad de Rifle y creador de contenido en redes sociales) en su discurso del viernes, a quien no le tocó ser intérprete de sus papás, o que sus hijos le interpretaran. Ya nos aclimataron para la abogacía. Por eso, era justo tener una celebración bajo el tema de unidad, para nosotros.

Latinos, sin importar si tu acento es más cantado que el mio, si prefieres pupusas o arepas, entre bailar cumbias y rancheras. Sin importar si no naciste aquí, o eres primera o quinta generación.

¡Cultura! Esa pizca de pimienta a la comida y un poco de canela o tajín a las bebidas, así somos los latinos. Hermanos de idioma, donde no solo la comida y la fiesta nos une, sino que compartimos las mismas ganas de superación.

Unidad y celebración era el tema de la primera celebración privada del mes de la Herencia Hispana en el valle. Fue gracias al apoyo de Alpine Bank y organizada por Janeth N. Sancle y una servidora. Grandes líderes desde Battlement Mesa hasta Aspen nos honraron con su presencia. Desde trabajadores públicos, representantes electos, policías y oficina del alguacil, agentes de ventas y dueños de negocios. Algunos de ellos pioneros en el valle, de los primeros en tener un negocio latino. Con historias que hacen que la piel se te ponga chinita y no sabes si aplaudir o llorar. Historias de lucha, de esfuerzo y perseverancia, algo que sin duda alguna son requisitos para conquistar el tan deseado sueño americano.

Nos faltaron muchos, por los cuales agradecemos la distancia.

Pensaba en hablar del porqué de la celebración, y de donde se originó esta fecha, pero cuando tienes palabras por artículo, tienes que decidir entre lo esperado y el llamado. No podría pasar por alto sin decir ¡Gracias a todos los latinos que vivimos en el valle! Maestros y maestras que no solo enseñan a nuestros hijos pero que en muchos casos son el punto de contacto de los padres, al personal de las escuelas, desde la cocina hasta las secretarias y miembros del consejo. A todos los líderes en organizaciones, que hacen que nuestra comunidad entera esté más preparada. Oficiales que cuidan de nuestra seguridad. Medios de comunicación que nos informan, personal de clínicas y hospitales. Pero, sobre todo, a los que construyen historias con sus manos. A los que trabajan en las cocinas de restaurantes, limpiando jardines, removiendo nieve, a ti que no le tienes miedo a las alturas de los techos ni a los cables de electricidad. A ti qué inviertes tus ahorros en emprender tu negocio. Gracias a todo el personal de limpieza y mantenimiento. Gracias a esas madres de casa que cuidan de sus hogares y que pocas veces son agradecidas por el trabajo que hacen. Si olvido a alguien, no es intencional, pero de corazón se les agradece su trabajo.

Gracias a ti que haces que este valle siga creciendo y no solo en población, si no en economía, en cultura y en diversidad. Gracias que tu nos inspiras a seguir con la lucha de llegar a ser una sola comunidad. ¡Gracias y felicidades!