El otoño es una estación preciosa. ¿Quién no disfruta del colorido de los árboles, el clima fresco y cuantas otras cosas bellas que pudiéramos mencionar? A mí personalmente me encantan los productos de calabaza que se consumen en esta temporada.
Y fue precisamente sentada en una plaza de nuestro valle, disfrutando un helado con mi familia, cuando una pareja con dos niños se sentó cerca de nosotros, el esposo se veía frustrado, pero la esposa estaba enfurecida y públicamente le gritaba a su esposo quien le pedía que se calmara y le recordaba que estaban en un lugar público y que su tono de voz no era el apropiado, a ella, eso no parecía importarle.
Las personas que estábamos cerca empezamos a cruzar las miradas con cierta incomodidad por la situación. Lo que era un placentero momento en familia, en la comunidad y con la naturaleza había sido interrumpido por una explosión de ira.
La ira es una de las emociones básicas de todo ser humano. Según el Diccionario Real Academia Española (RAE), ira es, “Sentimiento de indignación que causa enojo”. La ira es una fuerte sensación de enojo que surge cuando no se cumple una necesidad o una expectativa. La ira es también descrita como el sentimiento que emerge cuando la persona se ve sometida a situaciones que le producen aversión y que resultan en una vivencia desagradable, es una sensación de tensión que nos anima a actuar.
La ira se puede clasificar en diferentes grados o etapas, que van desde una leve molestia hasta una explosión descontrolada. Es muy importante conocer estas etapas para responder prontamente y tomar el control de la ira antes de que dañe su vida y destruya sus relaciones interpersonales.
La indignación es la primera etapa y surge cuando sucede algo que interpretamos como amenazante, hostil e injusto. Después viene el enojo que inspira deseos de venganza. Con frecuencia este pasa de ser un sentimiento para convertirse en una expresión externa.
Después está la furia, y es un arrebato terrible que hace que la persona pierda el sentido común. Y finalmente la rabia es una furia violenta que provoca la pérdida del dominio propio, es un estallido de violencia y locura temporal.
La ira tiene una función clara, bien manejada nos dota de los recursos necesarios para hacer frente a una situación frustrante, cuando tenemos que enfrentar un reto o ante un peligro. La pregunta aquí es ¿Cómo estoy manejando la ira?
Aquí hay algunas maneras en las que se responde a la ira. Está la ira que se mantiene por mucho tiempo. Por lo regular, responden así quienes son incapaces de perdonar una ofensa o a su ofensor. La falta de perdón en última instancia produce resentimiento y una profunda amargura que afecta todas las relaciones interpersonales.
Otra manera de responder es reprimiendo la ira, esto es cuando pretendemos ignorar o esconder nuestro enojo, usualmente por miedo a enfrentar las emociones negativas. Mientras que unos prolongan la ira y otros la reprimen también hay quienes se encienden de inmediato y explotan. Esta manera de responder a la ira se caracteriza por el pleito, la violencia y el abuso verbal contra los demás y es muy destructiva y difícil de controlar.
Cuando tenemos una situación con una persona extraña nos afecta pero mientras más cercanas son las relaciones, más dolerá lastimarnos con enojo. Ahí esta la importancia de detenernos a pensar antes de actuar en vez de reaccionar. Una manera apropiada de responder a la ira sería expresar nuestros pensamientos y sentimientos con confianza, consideración y preocupación por el bienestar de la otra persona.
Una reacción inapropiada a la ira es dar rienda suelta a los pensamientos y sentimientos de tal manera, que provoca ira en los demás y comienza una pelea. Ante un episodio de ira, mire dentro de usted. Conozca sus síntomas físicos, decida detenerse, respire profundo, salga a caminar, a respirar aire fresco, esto le ayudará a tranquilizarse.
Por último, es recomendable reflexionar acerca de las causas del enojo, la manera en que ha respondido en el pasado, que puede cambiar para mejorar en el manejo de sus emociones y en sus relaciones interpersonales. Le dejo con una frase por Mark Twain para meditar “La ira es un ácido que puede hacer más daño al recipiente en el que se almacena que a cualquier cosa sobre la que se vierte”.