En chilangolandia cuando decimos “te crees muy salsa”, quiere decir, que tienes mucha personalidad o que te sientes más que los demás. Es una expresión amistosa que la podemos asociar con dos elementos muy populares y esenciales entre los latinos: La Salsa en las comidas y la Salsa para bailar.
Las salsas en las comidas son producto del mestizaje de los sabores nativos y endémicos de América con los platillos que trajeron los españoles e inmigrantes de otras culturas. Digamos que los chiles se conjuntaron con los tomates, los ajos y cebollas, además de diversas hierbas para calentar el paladar. Darle ese chispazo picante y coqueto a los platillos.
En México la salsa es el ombligo de la mesa. En cualquier casa o changarro de la esquina encontraremos una o varias salseras, o molcajetitos, en el centro de la mesa con salsa.
La salsa es la que une el guisado con las tortillas; es la que hace interesante un totopo o un bolillo. Los colores son tan variados como los grados de picante. Las salsas son el indicador de la procedencia y la diversidad de los pueblos y comunidades. La salsa es mezcla de sabores fundiéndose, machacándose. Un verdadero lujo culinario es cuando la salsa está molcajeteada; pues los chiles y tomates verdes y/o rojos van tatemados en el comal y luego machacados en el molcajete.
Algunos ejemplos nos harán agua la boca: La Salsa Borracha es la pareja inseparable de la barbacoa. El mole es el rey en las regiones de Oaxaca, Puebla, el Istmo y Veracruz. ¿Sabías que hay más de 50 variedades de mole en México? Y, ni qué decir, de sus primos los Pipianes, son muy lucidores en los menús de las fiestas de los pueblos. El Pico de Gallo es famosísimo y súper fácil de hacer, va bien con todo, hasta en las “Skin Potatoes”. En Jalisco y su Perla Tapatía las Tortas Ahogadas se saborean sumergiendo el birote en una salsa de tomate inolvidable.
En el Perú son los ajíes en las cremas. La clásica salsa criolla con su cebolla y ají amarillo a la juliana. Hay otras cremas de ají que le suman sabor a los platillos. Las típicas Papas a la Huancaína con su Señora Crema Amarilla son muy ¡Chévere!
Los chimichurris argentinos son esenciales para saborear los cortes y empanadas; cada uno tiene su propia personalidad y receta. Las arepas venezolanas van muy bien con la salsa barbacoa.
Las salsas picantes han cruzado fronteras en toda América. En El Salvador no se come con picante pero los salvadoreños que viven en este Valle han adoptado las salsas en sus mesas y platillos. No hay barbacoa, ni carne asada en esta región que no incluya una salsa o guacamole. En el Valle podemos degustar y probar auténticas salsa verdes, rojas y coloradas. En los mercados semanales podemos comprar chimichurris y chiles. Las salsas picantes están presentes tanto en rimbombantes restaurantes de Aspen como también, en restaurantes típicos en Basalt, El Jebel, Carbondale y Glenwood.
El segundo elemento que nos une es la Salsa que se baila en las fiestas y celebraciones. Curiosamente no es un género musical original sino que es una fusión de ritmos afrocaribeños con los europeos que se impusieron en las conquistas de las Américas.
Igual que la salsa une las tortillas con el guisado; en la música se unen los tambores afro-caribeños con los ritmos europeos y locales dando como resultado variados géneros que se bailan con mucho sabor candente: La rumba, el mambo, el son, merengue, la cumbia, bachata, y hasta el reguetón. Géneros todos que conforman parte de la “salsa para bailar”. Dependerá de cómo se toquen y quienes los bailén para ir añadiendo personalidad y estilo a ese género musical que siempre estará surgiendo de la fusión, de la inclusión y de la mezcla.
La rítmica percusiva está enriquecida con variados instrumentos que definitivamente te paran a bailar: El bongó, las congas, tumbadores, cencerros se unen con el piano, las trompetas, la jarana, la clave, y muchos más. Nos detonan una energía interior que nos anima a mover los pies, a machacar las caderas y calentar las miradas.
El pasado 20 de agosto fue un Día de Salsa bailada. Basalsa en Willits fue muy concurrida por diversas familias y personalidades. La música resonaba en español y nos sacaba a bailar. Renació ese espíritu salsero que solía estar hace décadas en el Jimmy´s de Aspen pero ahora con Mezcla nos volvimos a juntar anglos, latinos, e invitados de todos compartiendo el cha, cha, cha, y la clave; moviendo los pies, meneando las caderas y chisporroteando alegría.
En el Campus de las Artes, de Willits, TACAW grandes y chicos pudimos disfrutar de una convivencia bien salseada; tanto en los tacos de Señor Taco Show como en las mezclas de los DJ´s comprobé que somos capaces de disfrutar esas fusiones que resaltan el gusto por la vida.
Ahora, pregúntame ¿Te crees muy salsa? Y te responderé que sí, que me creo mucho porque en este Valle puedo saborear y bailar de buenas Salsas.

Cosecha de tomates reliquia en un molcajete pintado a mano. Foto de Laura Cordera