Traducción por Dolores Duarte
“Bombas de calor, bombas de calor, esa es la clave”, declara Marty Treadway, director de programas de la oficina comunitaria para la eficiencia de los recursos (CORE). Este es el tipo de respuesta categórica que da a los propietarios de viviendas que preguntan qué equipos pueden instalarse para reducir las facturas de los servicios públicos residenciales y, preferiblemente, no destruir el planeta. La siguiente pregunta es: ¿qué es una bomba de calor?
Es hora de averiguarlo. El año 2022 es cuando los propietarios de viviendas deberían “identificar la ubicación de las futuras baterías y bombas de calor”, según la plataforma de códigos CORE, una guía para reducir todas las emisiones de efecto invernadero de edificios residenciales y comerciales hasta llegar a la red cero, el punto en el que cada estructura produce sólo tanta energía como consume, y no tiene ninguna línea de gas natural conectada. La plataforma de códigos pone presión a los códigos de construcción locales para que exijan tecnologías verdes y estén preparadas para ello en todas las nuevas construcciones. El objetivo global es electrificar de forma limpia, cómoda y económica todo lo que hay bajo el sol para lograr una “electrificación benéfica”, que es la jerga que utilizan los fanáticos de las energías renovables para hablar de la carrera humana contra el cambio climático. El objetivo de Carbondale es para el año 2030.
Lo que hace que la bomba de calor sea un componente crítico en esta tarea masiva es que no quema combustibles fósiles. Un estudio del CORE de 2017 estimó que el 62% de todos los gases de efecto invernadero en la parte alta del valle del Roaring Fork son emitidos por estructuras ya construidas. Sin un mandato de electrificación, como ocurre con las nuevas construcciones, corresponde a los propietarios de los edificios existentes realizar una adaptación benéfica y “cambiar el combustible” del gas natural a la electricidad. Las bombas de calor se utilizan desde hace tiempo en los climas cálidos para enfriar los edificios absorbiendo el aire caliente del interior y expulsándolo al exterior; también son un mecanismo importante en los frigoríficos y aires acondicionados. El gran avance es el desarrollo de bombas de calor para climas fríos que absorben el calor del aire frío del exterior y lo transfieren al interior.
Para demostrar que las bombas de calor para climas fríos pueden funcionar incluso a temperaturas de congelación, Aspen Skiing Company (SkiCo) instaló una en Elk Camp, el centro de patrullaje de esquí de Snowmass, situado a 11,800 pies de altura, dice Ryland French, director de operaciones de instalaciones y gestión energética de las mismas. Para ver las bombas de calor en acción, French llevó recientemente a The Sopris Sun y a otros visitantes al techo de The Hub at Willits, construido por SkiCo para sus empleados y trabajadores de la guardería.
La azotea está adornada con 53 bombas de calor, una por cada una de las 53 unidades de alquiler de The Hub. Parecen aires acondicionados. En Basalt Vista, una subdivisión de 27 casas unifamiliares económicas construidas por Habitat for Humanity Roaring Fork Valley, cada residencia tiene una bomba de calor, dice la presidenta Gail Schwartz.
Treadway aplaude estas instalaciones generosamente subvencionadas. Pero “no desmitifican las bombas de calor para todos los demás. Hay que normalizar la instalación de bombas de calor”, dice, al igual que se está normalizando la compra de un vehículo eléctrico (VE). Las bombas de calor pueden ser menos caras que los VE y no evocan estatus ni estilo. Sin embargo, son igual de importantes, dice Treadway.
Lisa Reed, gestora de programas energéticos de Holy Cross Energy (HCE), ofrece un ejemplo de la diferencia de conciencia pública entre los VE y las bombas de calor. Dice que en 2021 HCE concedió 102 reembolsos por instalación de baterías de vehículos eléctricos en el RFV, pero solo dio 20 reembolsos por bombas de calor. Algunos sistemas siguen necesitando un respaldo de calefacción convencional. Reed reconoce que, sin rebajas, los sistemas de bombas de calor son más caros al principio comparado con los equipos convencionales. Pero no por mucho tiempo. “Yo daría otros tres o cuatro años antes de que la instalación de la bomba de calor sea competitiva”, dice.
Isaac Ellis y su mujer, Dana Ellis, no quisieron esperar. Nos dimos “un paseo por la montaña rusa” de los programas de reembolso para encontrar la fórmula financiera para readaptar la casa de Carbondale de 40 años, totalmente eléctrica y de 2,000 pies cuadrados, que hace las veces de oficina para su estudio de arquitectura, Outpost Studio LLC. “Los descuentos en bombas de calor van y vienen”, advierte Ellis. Aconseja a los propietarios de viviendas que visiten la base de datos de incentivos estatales para energías renovables y eficiencia para encontrar las ofertas actuales. Antes de la instalación, Ellis dice que es esencial “tener un conocimiento básico de cómo tu casa utiliza la energía”, obteniendo una evaluación energética gratuita y realizando las mejoras necesarias.
El contratista Dan Dixon no sabía nada de las bombas de calor hasta que las conoció a través de CORE, y encontró un programa de descuentos de Xcel Energy para instalar suelos radiantes con bomba de calor en el taller de su granero. También instaló una bomba de calor para el calentador de agua de 40 galones de la casa principal, de 1,000 pies cuadrados. “Somos tres personas y nunca nos quedamos sin agua caliente”, dice. La casa y el taller de Dixon son tan confortables que animó a un cliente de Aspen a instalar un sistema similar en su remodelación multimillonaria.
“Estamos muy contentos con nuestra bomba de calor”, dice Scott Dillard, un agente inmobiliario que recibió un reembolso de la HCE para modernizar su residencia de 7,000 pies cuadrados. Los Dillard no necesitaron utilizar la chimenea en una gran habitación con paredes de cristal, ni siquiera cuando la temperatura exterior bajaba de cero. El mismo sistema enfría la casa en verano, dice.
“Tener una casa que produce su propia energía es emocionalmente fascinante”, dice Isaac Ellis, que también instaló paneles solares para vender energía a HCE. “Cambiar a una bomba de calor no es un lujo. Es accesible para mucha gente que vive en este valle. Y es una necesidad, para evitar que las generaciones futuras hereden nuestro acertijo climático”.
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