Por Carlos Herrera Montero
Iniciamos con esta entrega una breve exposición de la literatura latinoamericana. No va a ser un estudio exhaustivo, sino más bien unas pinceladas culturales que ayudan al acercamiento y a la comprensión de las diferentes culturas que llamamos casa a este bello y único valle del Roaring Fork.
Un aspecto básico e importante de señalar es que el concepto de latinoamericano es muy vasto. Los países de Latinoamérica han sido poblados por las culturas precolombinas (azteca, maya, inca, etc.) que existían desde hacía por lo menos diez mil años y que se fueron transformando y mezclando lentamente con la llegada de los españoles inicialmente, esclavos africanos, luego europeos y de otras latitudes (por ejemplo, China, India, y Medio Oriente). Los pueblos latinoamericanos al igual que el pueblo estadounidense somos herederos de todas esas influencias culturales y mitológicas.
La literatura latinoamericana por muchos años estuvo a la sombra de la literatura europea o norteamericana, relegada a ámbitos locales. No es sino con el auge del llamado boom latinoamericano en los años 60, que la literatura latinoamericana hace notar su presencia a nivel mundial, con nombres como Pablo Neruda, Julio Cortázar, Gabriel García Marquez, Carlos Fuentes, y muchos otros más.
Cuando los españoles llegaron a estas tierras ya existía una rica literatura, amén de otras expresiones culturales y espirituales, las cuales fueron destruidas por los conquistadores. Los aztecas tenían toda una tradición literaria con obras poéticas mucho más antes incluso que Inglaterra tuviera a Shakeaspeare o España tuviera a Cervantes. De lo poco que se salvó conocemos de poetas tales como Tlaltecatzin, Cuacuauhtzin, Nezahualpilli, Cacamatzin y Nezahualcóyotl.
El más famoso y conocido es el gran poeta náhuatl Nezahualcóyotl (su nombre significa Coyote Hambriento, Coyote que ayuna). Muy poco de su obra ha sobrevivido. La biblioteca de la ciudad de Tenochtitlan fue quemada y con ella la mayor parte de su obra y la de otros poetas. Nezahualcóyotl no sólo fue el poeta más importante sino también fue rey, gobernante, guerrero, arquitecto y filósofo. En todos estos campos destacó admirablemente.
En la lengua náhuatl no había una palabra específica para poesía. Pero tenían el concepto, la metáfora, “flores y cantos” (in xochitl in cuicatl) que indicaba poesía. Este concepto fue central en la percepción del mundo y la mitología azteca. Era la búsqueda de la verdad, de Dios, de las respuestas a las preguntas apremiantes y ancestrales de la naturaleza humana. Era su filosofía y teología. La poesía venía de los dioses, de Ometeotl, que era un dios dual, dos dioses, el padre y la madre, la convergencia de los principios masculino y femenino.
La poesía, entonces expresaba, por un lado la belleza física y concreta de la naturaleza, las flores, y por otro la belleza de la experiencia humana, el canto: el poder comunicarse, hablar, razonar acerca de la verdad, razonar acerca de la vida y su brevedad. La vida es muy corta y perecedera, lo permanente es la verdad, la belleza, la poesía.
Para los aztecas la vida era breve, como lo expresa Nezahualcóyotl en este poema:
Yo Nezahualcóyotl lo pregunto:
¿Acaso de veras se vive con raíz en la tierra?
Nada es para siempre en la tierra:
Sólo un poco aquí.
Aunque sea de jade se quiebra,
Aunque sea de oro se rompe,
Aunque sea plumaje de quetzal se desgarra.
No para siempre en la tierra:
Sólo un poco aquí.
Pero en esta brevedad, el hombre busca a Dios, busca la verdad y la belleza, que es lo que perdura, lo permanente;
No acabarán mis flores,
No cesarán mis cantos.
Yo cantor los elevo,
Se reparten, se esparcen.
Aun cuando las flores
Se marchitan y amarillecen,
Serán llevadas allá,
Al interior de la casa
Del ave de plumas de oro.
Y cuando lo encuentra ha encontrado un sentido para la vida:
Por fin lo comprende mi corazón:
Escucho un canto,
Contemplo una flor:
¡Ojalá no se marchiten!
El oficio de poeta y la poesía tenían un lugar importante en la vida diaria. Entre los aztecas había una clase especial de sacerdote encargado de ir por los barrios llamando a los pobladores a reunirse en un lugar conocido como la casa de penitencia y oración, para aprender bien los cantos y flores. En la casa de oración se preservaba, se creaba la poesía porque ella viene de los dioses y ella sirve para dar gloria a los dioses. La palabra como flor para expresar belleza.
Entre los grandes temas sobre los que discurrió el pensamiento de Nezahualcóyotl y los otros poetas náhuatles, están el del tiempo o fugacidad de cuanto existe, la muerte inevitable, la posibilidad de decir palabras verdaderas, el sentido de “flor y canto”, el enigma del hombre frente al “dador de la vida”, en resumen, los problemas de un pensamiento metafísico por instinto que ha vivido la duda y la angustia como atributos de la propia existencia.
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