La versión original de La Calavera Catrina creada por el grabador y litógrafo mexicano José Guadalupe Posada en 1910 amarillenta por el paso del tiempo. Images de cortesía

por Mari Plaza-Munet

El Día de los Muertos es una festividad importante en México y muchos países de América Latina y el mundo. Esta es una festividad importante donde las familias se unen para honrar a sus antepasados o a quienes fallecieron. Si bien esta importante celebración ocurre en diferentes épocas del año para otros países, los mexicanos la celebran del 1 al 2 de noviembre.

Como nota histórica: “La inevitabilidad de la muerte es más aceptada que temida. El Día de los Muertos se remonta a los aztecas, quienes no solo tenían unos días sino un mes entero dedicado a los muertos. Las festividades eran presididas por la diosa Mictecacihuatl. El rito anual presenta esqueletos, altares y otros adornos de la muerte, pero la antigua festividad celebra la vida en un abrazo a la muerte. Los esqueletos bailan y cantan. Flores, frutas y dulces decoran los altares. El lado mórbido de la muerte está enterrado bajo la música y los recuerdos.

En el calendario azteca, este ritual caía aproximadamente al final del mes gregoriano de julio y principios de agosto. En la época posterior a la conquista, los sacerdotes españoles lo trasladaron para que coincidiera con la festividad cristiana de Todos los Santos, el “Día de Todos Santos”. El resultado es que ahora los mexicanos celebran el Día de los Muertos durante los dos primeros días de noviembre. Según la tradición, las puertas del cielo se abren a la medianoche del 31 de octubre y los espíritus de los niños pueden reunirse con sus familias durante 24 horas. Los espíritus de los adultos podrán hacer lo mismo el 2 de noviembre según lo indican los archivos de la ciudad de Los Ángeles.

Durante el homenaje a la muerte, el Día de los Muertos, la gente en México se reúne con música, oración, comida y bebidas en una celebración que ocurre en los cementerios, alrededor de las tumbas de los difuntos. Los preparativos para este importante evento comienzan a mediados de octubre, y las familias se unen para limpiar y arreglar los cementerios y refrescar los espacios con flores de cempasúchil (flor de caléndula, marigold) y otras. La flor de cempasúchil representa los muertos.

Las ofrendas colocadas en los cementerios se presentan como obsequios a los muertos que desean regresar, y se colocan flores en un sendero para apoyarlos a cómo regresar a casa. Y se ofrendan comidas y bebidas que simbólicamente se preparan con mucho amor para estos que ya partieron, convirtiéndose en parte de la celebración donde las familias cantan, bailan, comen y toman.

Entre los alimentos presentados está el destacado “pan de muerto”, un pan dulce horneado para los difuntos.

En cuanto a la decoración, uno de los íconos más visibles es la figura del esqueleto que adorna las celebraciones. Las catrinas, llamadas calacas en español antiguo, son las imágenes más creativas, divertidas y celebradas que identifican esta festividad en todo el mundo. Los orígenes históricos de la catrina, que datan alrededor de 1910, fueron creados por el artista mexicano José Guadalupe Posada. Posada hizo esta primera catrina, y muchas otras catrinas, como una representación satírica de los ricos.

Muchos países celebran la tradición de honrar a los muertos. A pesar de la creencia común de que el Día de Muertos es una tradición exclusivamente mexicana, otros países lo celebran como festividad, entre ellos India, Corea, Nepal, Japón, Camboya, Tailandia, China, Irlanda, Ecuador, Belice, Bolivia, Nicaragua, Brasil, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Perú, Filipinas, y Haití, -cada uno con sus singularidades en diferentes épocas del año.

Lo único que une a todos estos países es un deseo profundo y constante de honrar a quienes fallecieron, los antepasados, con una celebración que rinde homenaje a sus vidas y “oraciones” que los apoyen después de la muerte para un buen regreso a casa.

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