Seguido buscamos formas de protegernos de extraños. Sentimos que el riesgo viene de lo desconocido. Por lo contrario, cuando sentimos que tenemos algo en común con alguien, le abrimos las puertas de nuestra privacidad. Un dicho conocido dice, “más vale malo por conocido, que bueno por conocer.” La frase nos recuerda que es mejor tener a alguien cerca del cual ya sabes la mañana en vez de un desconocido que parece muy bueno. Lamentablemente, en mi trabajo, todos los días veo que el conocido es regularmente el que te lastima más. A nuestros hijos, siempre les recordamos que desconfíen de los desconocidos, que no hablen con extraños. Cuando vemos a una joven caminar sola, buscamos quien la acompañe y la proteja de algún depredador que está escondiéndose en las sombras.
La realidad es que, si queremos verdaderamente proteger a nuestros hijos, les tenemos que enseñar cuidarse de los más cercanos. Es mucho más probable que tu hijo sea abusado por un conocido que por un extraño. Y aunque no está demás tomar precauciones para protegerlos de aquel que se esconde en las sombras, es aún más importante cuidarlos de los predadores que están a la luz del día con disfraz de cordero.
En la columna pasada, hablé de cómo proteger a tus hijos en internet, hoy te quiero hablar de cómo protegerlos en todos lados. Al igual que la vez pasada, todo comienza con la comunicación. Desde que tu hijo está pequeño, debes enseñarle como se llama cada parte de su cuerpo. Debemos perder el pudor y la vergüenza de llamarle a las cosas como son. Después tienes que seguir hablando con tus hijos de como proteger su cuerpo y de quienes tienen permiso de ayudarlos con su higiene. Tienen que saber que es normal y que no. Cuando tengas esta conversación, recuérdales a tus hijos de no mantener secretos. Explícales que solo se pueden tener sorpresas. Por ejemplo, si su hermanito cumplió años y le compraron un regalo, el regalo será una sorpresa. Es algo que no le vamos a decir hasta que sea su cumpleaños. El punto es que el secreto es algo que permanece entre dos o más personas por siempre. La sorpresa es algo que se va a decir, pero lo mantenemos entre nosotros por un tiempo.
Como latinos, venimos de una cultura donde la familia es muy importante. Siempre queremos estar en grupos familiares y cada vez que hacemos fiesta se llena el hogar. Lo mismo cuando vamos al hospital, la sala de espera se llena de familia (por lo que a veces nos echan miradas feas). Así que cuando el tío Juan llega le decimos a Adriancito que le vaya a dar un abrazo. Cuando Adriancito no quiere, le decimos que no sea grosero y que lo vaya a abrazar. Aquí rompemos lo más sagrado que tiene una persona, su integridad personal. Lo que le estamos diciendo, es que no importa si es incomodo para Adriancito, el tiene que permitir que alguien se acerque a su cuerpo le gusto o no. Aunque no estoy diciendo que el tío Juan es alguien que va a lastimar a Adriancito, estamos creando un ambiente donde Adriancito no puede cuidar la integridad de su cuerpo sin meterse en problemas. Esto puede tener consecuencias graves en un futuro. Así que, si tu hijo no quiere abrazar a alguien, déjalo. Y no solo eso, apláudeselo.
Debes de comenzar el diálogo de la sexualidad y su cuerpo desde que son pequeños. Empiezas con cosas apropiadas para su edad y como van creciendo vas explicando más. Créeme que si tu no lo haces, alguien más lo va hacer. Si esperas hasta que tu hijo o hija ya está en la pubertad, ya es muy tarde.
Por último, te dejo un consejo. Si alguien, conocido o no, le regala cosas a tus hijos seguido ten cuidado. No estoy hablando de regalos de cumpleaños, si no de compras repetidas. Por ejemplo, los quieren llevar al centro comercial o a la tienda a comprarles cosas solo porque si, tienes que abrir bien los ojos y asegurarte que no sea algo más. Como siempre, una comunicación abierta con tus hijos te va ayudar a prevenir muchas cosas. Tu te vas a dar cuenta de que cambios de comportamiento. Si algo se ve raro en su comportamiento, siempre hay una razón.