¿Qué significa estar en movimiento perpetuo? El mes pasado acepté una residencia artística en Fruita, Colorado con otros tres artistas. El edificio donde estamos hospedados solía ser una iglesia Católica pero ahora se ha renovado para ser una vivienda de alquiler de corto plazo llamado Our Lady of Perpetual Motion (Nuestra Señora del Movimiento Perpetuo).
Al llegar a este lugar, cargaba conmigo la idea de que entraría en mi periodo azul como aquel de Pablo Picasso. Sería un tiempo dedicado a la lentitud incluso también a la tristeza. Me permitiría por primera vez en cinco años tomar una pequeña pausa para poder escuchar a las ideas que viven en mi subconsciente.
Llevo aquí tres semanas y aunque sabía que habría lentitud, no me imagine que tanto tendría que pelear con mi inquietud mental. En este tiempo, he logrado más artísticamente de lo que he logrado en varios años. Pero la ansiedad de producir aún más me sigue como una sombra. Así que regreso a la pregunta, ¿qué significa estar en un movimiento perpetuo?
La ironía o tal vez la magia de este edificio no solamente está en el nombre, lo cual me recuerda al flujo constante, sino que todo lo que me rodea también es azul. El cielo, el piso, las enormes vidrieras, la loseta del baño y hasta mi recamara se llama el cuarto azul. Pareciera que la idea del periodo azul estuviese en yuxtaposición con el movimiento perpetuo. Pero cuando analizo el movimiento perpetuo desde otra perspectiva me doy cuenta de que no todo es producción o resultado inmediato como lo que ha inculcado el “hustle culture”, la cultura del ajetreo.
Analicemos por un momento la idea del periodo azul, que en este caso simboliza la lentitud y la idea del movimiento perpetuo como símbolo del avance. Inmediatamente se me viene a la mente la fábula de la tortuga y la liebre que se retan en una carrera.
La liebre, muy segura de sí misma, se movía a alta velocidad e incluso se burlaba de la tortuga por su lentitud. En cambio la tortuga, a pesar de sus pasos cortos, permanecía en un movimiento perpetuo aunque la liebre arrogante corriera en círculos a su alrededor. En un descuido, la liebre aburrida se queda dormida debajo de un árbol y la tortuga continúa poco a poco hasta llegar a la meta, ganando la carrera.
Hace unos días, mi novio me dijo que él no podía correr después de que le platicara que me había suscrito a un maratón. En ese momento pensé que tal vez no cualquiera puede correr rápido, pero habemos muchos más que podemos correr lento, lo cual a veces hace que la jornada sea mucho más placentera, y como en el caso de la tortuga, nos lleva más lejos.
En este periodo azul, si hay un movimiento perpetuo, sólo que es un movimiento lento que me permite observar hasta los más pequeños detalles. Dentro de esta lentitud, puedo observar cómo los rayos del sol se reflejan de la loseta del baño y rebotan al pasillo, iluminando todo de azul como si estuviera en un acuario.
La observación, el soñar despierto y el aburrimiento son tan importantes para la persona creativa como lo es la herramienta con la que crean. A veces es difícil recordar esto, pero entre más persevero en mi práctica de ser artista me doy cuenta que vale más poner atención a mis alrededores, ya que es esto lo que alimenta mi inspiración. Y en caso de que se me olvide, me quedo con la tranquilidad de que habrán muchas ironías a mi alrededor y es solo cuestión de ir lento y observar.